MANUEL
MORA SERRANO
Vida
de un escritor provinciano
«Un escritor notable. Su importancia para la cultura
dominicana se encuentra tanto dentro como fuera del texto literario. Ha andado
el país entero promoviendo figuras. Es el hombre más bondadoso que he conocido
y el que más ha divulgado el trabajo ajeno. No ha existido un escritor de valor
que no haya sentido en algún momento su mirada generosa. Posee una formación
profesional, una gran sensibilidad y un potencial de lecturas. No elogia por
elogiar. Conoce el valor de una obra literaria». Este extracto del discurso
pronunciado por José Enrique García en el homenaje que le tributaron a Mora
Serrano o Manuel María Mora Serrano, que es su verdadero nombre, en
Nació
el 5 de septiembre de 1933 en Pimentel (Barbero), pueblo definido por él como una
aldea comercial de la provincia Duarte, con ínfulas burguesas, cuyo entorno el
poeta Domingo Moreno Jimenes describió como
una calle larga larga llena de comercios.
Su padre, Manuel María, nunca asistió a la escuela; era un autodidacta;
contrario a la madre, María Ofelia (doña Fella), que era maestra rural, y la
escuela donde impartió docencia en Campeche hoy lleva su nombre. Doña Fella fue
quien despertó la vocación literaria del hijo al narrarle
Mama Fella y Mora |
Mora Serrano se había formado leyendo a poetas
de segunda o tercera categoría, esos versificadores fáciles, lacrimosos como
Colón Echavarría, y gracias a los más elaborados, como el insigne Fabio Fiallo,
adquirió afición a la retórica romántica. Encontrar un libro de, por ejemplo,
Pablo Neruda, por demás prohibido, igual que los de su conciudadana Gabriela
Mistral, era un descubrimiento que bien podría conducirlo a la cárcel. Fue en
la universidad cuando vino a descubrir Veinte
poemas de amor y una canción desesperada de Neruda, y en vez de la cárcel, por
suerte encontró el oasis de esos versos deslumbrantes, salido de la fragua de un
verdadero poeta. A diferencia de Manolito, un vate menos afortunado sería
Rodolfo Coiscou Weber, que duraría un año preso sólo porque la seguridad del
Estado encontró en su librería de la calle Arzobispo Meriño un texto de
Gabriela Mistral.
De la mano
de doña Fella, Mora Serrano completó su ciclo de estudio a temprana edad, hecho
poco común en la Era. Cursó los grados iniciales en
Desde temprana edad, como vemos, la literatura ocupó uno de los principales puntos de interés de Manolito, y con el pasar de los años se convertiría en su única ocupación, puesto que de su profesión terminó asqueándose ante tanta corrupción que en ella se practicaba. Como literato formado en la escolaridad trujillista, en sus comienzos, rechazó los versos libres, modernos y vanguardistas de Moreno Jimenes. Paradójicamente, su padre, ignorante en materia literaria, fue quien le razonó, pueda que los versos de Moreno carezcan de rima, pero tienen poesía por dentro. En efecto, así lo reconoció en medio de su rebeldía y expresó: «Desde entonces me di a buscar esa rima interior que debía tener la poesía verdadera». Con posterioridad se convirtió en el más importante crítico y difusor de la obra de Moreno y su movimiento Postumista. Junto a su coetáneo Francisco Nolasco Cordero (el Vate), entre otros, se reunía en el parque de Pimentel, a la hora del crepúsculo, a recitar y a comentar textos. De estas reuniones surgió la idea de crear un minúsculo periódico llamado La deportiva, que tuvo corta duración. Nolasco Cordero y Manolito vivieron juntos en Ciudad Trujillo cuando eran estudiantes universitarios, y compartían la bohemia, las noches de farra y los versos. La solidez de su amistad («donde estaba uno estaba el otro como una metáfora de la cotidianidad», escribiría Heddel Cordero) sólo la rompería la muerte del Vate ocurrida el 19 de junio de 2007. En ese entonces, Nolasco, que escribía sobre los polvorientos exhibidores de su vieja tienda de repuestos en su pueblo, con la eterna botella de licor en el bolsillo, ya había dejado su nombre enmarcado en oro en la historia de la literatura dominicana gracias a un libro de poemas y seis novelas, entre las cuales, Tu sombra3 (1982), mereció el Premio Siboney, equivalente al Nacional de hoy. Manolito, al pie de la última morada, lo describió como un hombre de pasiones y convicciones tajantes y absolutas. «Si hubiera una forma de describirlo con una palabra diría que fue enfático […].Una cosa le vamos a prometer al Vate […]: no descansarás en paz. Te moveremos los huesos hablando de tus libros y tus cosas, como a ti te hubiera querido» (Revelaciones de Pimentel, Santo Domingo, Editora Búho, 2008, p.16).
Edwin Disla, Nolasco Cordero y Mora |
En los años
50, el autor de Tu sombra3 formaba
parte de
En enero de
1961, junto a su inseparable Vate y al poeta Elpidio Guillén Peña, fundó
Influenciados por la moda de los ismos,
se aventuraron a crear el Suprabismo,
únicamente suscrito por Mora Serrano y Nolasco Cordero; los demás permanecieron
paralizados por el atrevimiento. Según Manolito, el Suprabismo es la
combinación de lo más alto (supra) y lo más hondo (abismo), cuya realidad
resultante debía ser destruida en cada verso. Este movimiento vanguardista, de
vida efímera, tuvo su manifiesto publicado en El Caribe.
El binomio
Mora-Nolasco, en su importante labor cultural, no tuvo serios percances porque
siendo amigos de la verdad y la belleza
esquivó todo enfrentamiento con la dictadura. Lo mismo hicieron los integrantes
de
Manolito entonces empezó a desenvolverse en un
ambiente desbordado de ideales de todo tipo e influenciado de forma avasallante
por
Como simpatizante
del 14 de Junio, representante de los más genuinos intereses del pueblo, se
oponía a
Mora Serrano veía satisfecho el auge de los libros prohibidos, de los recitales, tertulias, obras teatrales y sobre todo de la poesía social liderada por Hay un país en el mundo (1949) de Pedro Mir, recién regresado del exilio en Cuba. Y aun vitoreando las nuevas agrupaciones y revistas literarias como Arte y Letras o Brigadas Dominicanas de Aída Cartagena Portalatín, Testimonio de Luis Alfredo Torres y Arte y Liberación de Silvano Lora, se mantendría en su núcleo Amidverza de Pimentel. Como muestra de su influencia y prestigio en la comunidad, lo eligieron presidente del Club Pimentel Inc., al frente del cual eliminó el sistema excluyente de seleccionar a los miembros y le permitió al pueblo participar en los actos públicos. Asimismo logró que el 14 de junio de 1962, el ayuntamiento honrara la memoria de Tonino Achécar Kalaf, héroe y mártir de Constanza, Maimón y Estero Hondo, rotulando con su nombre la calle que le vio nacer. Era la primera vez que se homenajeaba a un expedicionario antitrujillista.
Tonino Achécar Kalaf |
En septiembre de 1963, renunció como juez de
instrucción en San Francisco de Macorís en protesta al golpe de Estado
propinado por los cívicos y Norteamérica contra Juan Bosch, y decidió mejor dar
clases de literatura y gramática en el Liceo
Secundario Agustín Bonilla de Pimentel y ejercer su profesión de abogado.
En medio de la tensión generada por el golpe, se casó con Josefina del Pilar, la
mujer que más amó en la vida, y con quien procrearía a Taiana, Odaína, Maricécili
y Ana Patricia, que junto a cuatro hijas más que
Manolito había tenido (Miguelina, Fanny, Emelinda y Cecilia), sumarían ocho las
mujeres herederas de su legado.
Aunque no
figuraba oficialmente en el 1J4, la seguridad del Estado había descubierto su
filiación, y en los aniversarios del partido siempre iban a apresarlo sin
éxito. En el transcurso de
Rafael Ortega, su esposa, Violeta Martínez, ya fallecidos, Mora y Disla |
En la
cárcel también se encontró con su compueblano Nelson Duarte, hermano de la
reconocida socióloga Isis Duarte. Encerrado por haber estado en la zona constitucionalista,
Nelson se unió a Escopeta en la protección de Manolito. Finalmente, gracias a
las gestiones del personal de los derechos humanos de
La imposición de Joaquín Balaguer
en las «elecciones» de 1966 tras el fracaso del movimiento constitucionalista a
causa de la intervención armada de Estados Unidos, no fue del agrado de Mora
Serrano. En los meses siguientes, como era su costumbre, manteniéndose en su
Amidverza de Pimentel, no se sumó a los activistas literarios de Santo Domingo
que, tratando de no zozobrar en el mar de leva neotrujillista de reciente
irrupción, se reagruparon con los mismos ideales patrióticos y nacionalistas
del Frente Cultural Constitucionalista. Así nació El Puño encabezado por Miguel Alfonseca, Ramón Francisco, Iván
García, Enriquillo Sánchez, Marcio Veloz Maggiolo, Antonio Lockward Artiles y
René del Risco, este último considerado por Pedro Conde como el más dotado de
los insurgentes del 60. Moriría trágicamente en la navidad de 1972. Casi al
mismo tiempo que El Puño, se fundó La Máscara, única organización que en
vez del marxismo-leninismo, comulgaba con el cristianismo, razón por la cual a
sus miembros los tildaban de pequeños burgueses acomodados. Sus integrantes
eran Héctor Díaz Polanco, principal ideólogo; Lourdes Billini, Aquiles Azar y
Freddy Ginebra, creador de Casa de Teatro y del concurso homónimo de cuentos
que serviría de base para la promoción de jóvenes narradores. Por divergencias
ideológicas en El Puño, Antonio
Lockward, el más radical, renunció y fundó La
Isla. El nombre honraba al poeta dominico-haitiano Jacques Viau Renaud y
perseguía quebrar el distanciamiento existente entre los dos pueblos que ocupan
la antigua Española. A Lockward se le unieron Pedro Caro, Wilfredo Lozano,
Norberto James, Jimmy Sierra, Andrés L. Mateo y Rutinel Domínguez. En 1967,
motivados por los reagrupados, surgió
Mora Serrano en Peña de Tres |
Por otra
parte, Mora Serrano sería de los primeros poetas que empezarían a alejarse del
marxismo-leninismo, ideología que incluso los conducía a confundir la lírica
con la denuncia social y a pensar, erróneamente, que colocando la palabra pólvora en los versos, se avanzaba en el
proceso revolucionario. Se
convencería, antes de la caída del comunismo, que el arte poseía su propia
realidad, su propio lenguaje, que obedecía a sus leyes internas, y que el único
compromiso del escritor era con la literatura y no con la ideología ni con los
dogmas de los Estados socialistas. Uno de sus últimos trabajos marxista fue el
poema Canto al Che (1968)…Te
veo entre la selva tupido de poderes, mago revolución./ Te veo asesar entre los
cerros con el pecho traspasado de ambición/ soñando otra Sierra Maestra para
hacer las vigas del mañana…¡Ay Che Guevara Señor nuestro de Revolución que
estás en la historia!/ Danos el vívere nutriente que dé la fuerza de la
victoria…/Desde aquí te canto, y pensando en tu destino delirante/ me cuadro,
saludo y te digo: mi Che Guevara, ordene, Comandante. En 1969 inició su
labor de periodista con la columna Revelaciones
en el vespertino El Nacional,
dirigido por su íntimo amigo y paciente corrector Freddy Gatón Arce. Revelaciones lo convertiría en un
escritor popular, en el referente por excelencia,
según Denis Mota Álvarez (Hoy,
suplemento Areito, 7 de noviembre del
2008), que exalta, a partir de ese momento y hasta entrados los años noventa,
la literatura de provincia y enfrenta de manera sistemática —siempre en forma
caballerosa— a quienes ejercen la literatura y el trabajo cultural de manera
excluyente. Revelaciones y las
páginas del suplemento del periódico El Caribe serían el ágora y la tribuna
para el lanzamiento al ruedo literario de muchos jóvenes que luego se
transformarían en consolidados poetas y narradores.Cayo Claudio Espinal y Mora Serrano
entorno a la imagen de Freddy Gatón
Arce
La exaltación de la literatura de provincia,
acompañada siempre de un peregrinaje literario por el interior del país
orientando a los escritores en ciernes, organizando tertulias y encuentros, eran
para Mora Serrano una manera de expresar a voz en cuello, los escritores de las provincias también
existían. El cuentista Noé Zayas, director del teatro CURNE-UASD, de la
editora Ángeles de Fiero y ganador del Premio Nacional de Cuentos 2005, afirmó
que todas las actividades literarias de importancia en San Francisco de Macorís
fueron motivadas por Manolito. Él le impregnó a la juventud una nueva manera de
mirar las letras nacionales y una sensibilidad diferente para abordar la
literatura y sus temáticas.
Esa otra sensibilidad la
sintetizó el poeta francomacorisano Cayo Claudio Espinal en su texto lírico de
singular valor histórico Banquetes de
aflicción, Premio Siboney del año 1979.
En su lucha los escritores de las provincias también
existían enfrentó en Bruno Rosario Candelier, Mora Serrano, Fernández
Spencer y Peña y Lebrón
Entre 1960 y 1970, Mora Serrano y el resto
de los intelectuales del continente fueron sorprendidos por el fenómeno
literario del Boom latinoamericano
encabezado por Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes y Mario
Vargas Llosa. Estos grandes novelistas revolucionaron el arte de narrar. El
mundo, que tenía los ojos puestos en Latinoamérica debido al auge de
Aunque en ese entonces fue que seleccionó la
prosa, su afición por ella no era nueva, pues según nos expresó: «Mi primera
novelita la escribí en la escuela, era la historia de un pelotero fabuloso
llamado Mickey Kluklantle, que a la vez era un ídolo en el béisbol imaginario
que yo jugaba con mis parientes, entre ellos Mendy López. Hacíamos campeonatos
lanzando bolitas de papel en una cartulina que tenía dibujado un play,
llevábamos los scores y los récords de nuestros beisbolistas imaginarios. Una
vez escribí una pequeña comedia que se representó en el teatro del pueblo. Mi
segunda novelita fue Boby y Eldita,
donde relataba los amores de unos amigos míos. Mamá era una lectora voraz de
novelas rosas. Yo leí muchas de esas novelas tanto en revistas como en libros».
Un año después de su renuncia a la poesía
publicó su primer texto narrativo, Juego
de dominó, antes mencionado. Para entonces tenía 40 años. ¿Por qué tanta
tardanza en publicar? ¿Era que se había dejado seducir por el periodismo, que
como decía Gabriela Mistral era la tumba del escritor? No lo creemos. La
realidad es que para un autor sobrevivir dignamente en una nación en crisis
permanente como República Dominicana tiene que mantenerse del pluriempleo, el
cual termina consumiéndole el tiempo útil, y más aún si es como Manolito,
responsable de una familia larga. Y ya nadie en el país emulaba a Domingo
Moreno Jimenes y a Juan Sánchez Lamouth, que prefirieron morirse de hambre con
tal de convertirse en poetas de oficio.
Juego de dominó, llamada noveleta
por su autor y por otros novela breve; catapultó a Mora Serrano a la cima de la
narrativa criolla. Algunos apreciaron cierta influencia de Conversación en la catedral (1969) de Mario Vargas Llosa, pues en
ambas dialogaban los personajes de las historias. No obstante el estilo de los
dos autores es totalmente distinto. El de Manolito apuesta a lo clásico y el
del peruano a lo experimental. Asimismo llamó la atención el hecho de que en Juego de dominó el universo se agota en
una partida de ese juego y en el Ulises
de Joyce en veinticuatro horas. Ante estas similitudes, Manolito opinó que le
resultaba difícil determinar las influencias de otros autores, porque después de uno
leer escritores buenos y malos es cuando viene advertir qué particularidades
del uno y del otro han hecho empatía con nuestro estilo. Yo empecé como todos,
leyendo novelas rosas, policíacas, de aventuras y las poesías que caían en mis
manos, luego las novelas de Tolstoi y de Dostoievski sobre todo, pero no me
considero influenciado por ninguno de los dos.
En
Juego de dominó, por medio de un narrador protoplasmático, el autor refleja
sus simpatías por la revolución, e incluso dedica la obra a Caamaño y a Juan
Miguel Román, personajes emblemáticos, en especial, Caamaño, de la violencia
revolucionaria de los años 60 y 70. Es en verdad la última narración de corte
marxista de Manolito, interpretada por varios críticos como una provocación
política debido al clima de represión de los tristemente recordados doce años de Joaquín Balaguer. Se dijo
que en San Francisco de Macorís los contados reformistas
que había, afirmaban, a voz en cuello, que a Mora Serrano había que darle una
pela por fresco y trascendío.
De las historias narradas en Juego de dominó con colores muy
dominicanos, la del intento de ataque al pueblo de Pimentel durante
En los años 70, el mundillo
literario criollo fue sacudido por el movimiento poético Pluralista de Manuel Rueda, al que Mora Serrano y demás escritores
del Grupo del Cibao apoyaron, pero en una entrevista que le hiciera Luis
Alfredo Torres para su columna periodística, Manolito advirtió
premonitoriamente que
ese movimiento, como todos los de vanguardia, apenas haría algún aporte a la
literatura.
En esos años, el autor de Juego de dominó vio con agrado la llegada al país, procedente de Canadá, de su
amigo italiano Giovanni Di Pietro, hombre de letras (Ph.D. McGill University),
antiguo profesor de literatura italiana en Concordia University y en Queen's University. Di Pietro leería prácticamente
toda la producción novelística y un tanto la poética criolla y publicaría la
crítica más completa sobre la literatura dominicana. En
Disla, Alex Ferreras y Giovanni Di Pietro |
En 1977, Mora Serrano publicó el ensayo
didáctico para el último curso del bachillerato, Español 6: literatura dominicana e hispanoamericana, de Disesa
(Madrid, España). En el orden político, al año siguiente sintió un gran alivio
por la derrota electoral de Joaquín Balaguer y el ascenso al poder del
candidato perredeísta Antonio Guzmán Fernández, ya que significaba el
resurgimiento del clima de libertades propicias para el desarrollo del arte. La
victoria de Guzmán coincidió con la selección de Manolito, por parte de un grupo
de personalidades de San Francisco de Macorís, como rector del centro superior
de estudio en formación, Universidad Nordestana (UNNE), que luego se llamaría
Universidad Católica Nordestana (UCNE). Sin embargo, renunció al poco tiempo por
no estar de acuerdo con la implementación de las carreras tradicionales, en
lugar de las agrícolas que impulsarían el desarrollo regional. En 1980 alcanzó
su consagración definitiva en la literatura dominicana con la publicación de la
novela Goeiza, ganadora del Premio
Siboney de ese año. Originalmente con esta obra deseaba rescatar las tradiciones
criollas en peligro de extinción debido a la carencia de textos sobre el tema.
Pero en la medida en que fue sumergiéndose en el trabajo, los personajes fueron
adquiriendo independencia, y terminó creando un mundo mágico compuesto por una
doble sociedad, una ficticia formada por descendientes de ciguapas, y otra
utópica o mítica formada por ciguapas en la soledad de las montañas del oriente
nordestano del país, y con ella logró el producto novelístico más coherente y
hermoso de la imaginación nacional (Bruno Rosario Candelier, La imaginación insular, colección ensayo
No.6, Santo Domingo, Editora Taller, 1984, pp.150,151).
En Goeiza
sí hay influencias de otros autores, admitió Manolito, como las de Rueda y su
Pluralismo, perceptibles en el uso de bloques de diálogos, y de referencias a los
clásicos griegos, e igualmente a Shakespeare y Faulkner. «Releí a Homero y a
Virgilio y sobre todo a los trágicos, en especial a Eurípides y Sófocles, que
me fascinan».
A las consideraciones del notable narrador,
Manuel (Doy) Salvador Gautier, de que Goeiza
es un canto a la poesía, y de Roberto Fernández Valledor, de que es una parcela
griega esencialmente dominicana, agregaríamos que pudiera catalogarse como
nuestro Ulises debido a los múltiples recursos
utilizados, entre los cuales el menos destacado por la crítica es el de las
fábulas de Esopo, reflejado en el personaje del cuervo charlatán, Vocerío, mensajero de Domitila la
ciguapa. Vocerío actúa hasta como espía…«¿Te das cuenta que siempre hay
testigos. Por eso te dije que estábamos condenados. Le contará todo a mamá
Domitila. Vocerío no es cualquier animal. Es el más alto funcionario del
Tribunal Supremo, El Gran Acusador» (Segunda edición de Goeiza con el título El ángel plácido, Santo Domingo, colección Santuario, 2009, p.324). Goeiza concluye los trabajos que sobre la ciguapa realizaron Javier
Angulo Guridi, Ricardo Sánchez
Lustrino, Alfredo Fernández Simó y Juan
Bosch.Mora Serrano y Víctor Villegas
En la década del 80, Manolito, con estupor,
vio caer repentinamente el bloque socialista y de paso a
Manolito, continuando con la prosa, en 1985 publicó la novela Decir Samán, que es parte de una saga en contrapunto citadino y rural, que tiene cuatro pequeños tomos de los cuales sólo publicó el primero. Los demás, Ya es sombra; Si digo Samán Samán y El sol se oculta, quedarían inconclusos. Dos años después dio a conocer Cuando Dios oye al pobre, fabulilla que relata cómo en el cielo se reciben los avances tecnológicos de la tierra, y de qué manera ángeles hippies se arremolinan frente al hijo y, a través de los monitores, observan a un pobre agradecer y decir que no tiene nada que pedir: es cuando empiezan las deliberaciones en el paraíso.
Al
principio del gobierno de Salvador Jorge Blanco (1982-1986), Manolito le brindó
su apoyo entusiasta, pero cuando advirtió las primeras señales de corrupción administrativa,
se distanció de él. En lo adelante se sentiría hastiado de tantos actos
delictivos que se cometían desde la presidencia. Esta experiencia traumática lo
condujo a cambiar su postura combativa contra Balaguer, y en 1984 le presentó
el libro Los carpinteros. Durante el
último decenio del doctor en el poder
(1986-1994), aceptó el cargo de Asesor Cultural del Poder Ejecutivo, lo que le
valió fuertes críticas por colaborar y
coincidir ideológicamente con el más genuino representante de la dictadura de
Trujillo. En realidad, no había tales coincidencias ideológicas, más bien se
admiraban en el plano literario. Admiración que se remontaba a los años en que
se conocieron en la universidad, pues Balaguer fue profesor de Manolito en el
último año de la carrera de Derecho y tutor de su tesis.
En su nuevo desempeño, Mora Serrano le
presentó otro libro a Balaguer, uno de los más importantes, Memorias de un cortesano en
En 1993 publicó Cucarachas, fabulillas, una especie de sátira política sobre los
países del Tercer Mundo y los sueños socialistas tronchados por el imperio. En
1999, El precio del fervor, prosemas,
que contiene varios artículos y prosemas
o prosas con semas, es decir, prosas poéticas a la manera del autor, con
sentido. «Aquellos que pude escribir un poema un día que me amanecía el adjetivo bueno que es lo que para mí
llaman inspiración, y lo envié al periódico como artículo», diría. En 2000, la
librería
En 2009,
Manolito dio a conocer Antología poética
amorosa de Domingo Moreno Jimenes: versos de amor y de misterio; y el mismo
año: Sinfonía en medio mayor, su
segundo libro de poesías, que contiene una traducción de los versos al portugués realizada por la poeta Cristiane Grando, directora en ese
entonces del Centro Cultural Brasil-República Dominicana en Santo Domingo. En
2010, El ángel plácido; y en 2011, Postumismo y Vedrinismo: primeras
vanguardias dominicanas, ensayo de 796 páginas publicado por
Otro de los datos interesantes reseñados por
primera vez es la agresión de la que fue objeto Moreno Jimenes en marzo de 1920
por parte de la soldadesca yanqui de ocupación, mientras el poeta se dirigía a
su casa en Villa Francisca (p.331). Es posible que el ataque se debiera al
nacionalismo público del Sumo Pontífice del Postumismo, en ese momento la
figura literaria más trascendente.
En el mes de mayo de 2010, Manolito fue honrado por el Ministerio de
Cultura, con la rotulación de una calle de
Edwin Disla, Santo
Domingo, 29 de enero de 2021.
El autor es
Premio Nacional de Novela 2007.
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